viernes, 24 de febrero de 2017

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La NASA anuncia un descubrimiento histórico: 7 planetas similares a la Tierra y potencialmente habitables

Sistema exoplanetario TRAPPIST-1

http://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/actualidad/nasa-anuncia-descubrimiento-historico-planetas-similares-tierra-potencialmente-habitables_11220

El telescopio espacial Spitzer y otros telescopios terrestres han detectado un sistema solar formado por siete planetas de tamaño similar al de la Tierra, que orbitan una sola estrella denominada TRAPPIST-1

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La NASA anunció a comienzos de esta semana que iba a convocar una rueda de prensa extraordinaria para presentar un nuevo hallazgo "sobre planetas que orbitan una estrella diferente a nuestro Sol, conocidos como exoplanetas". El hallazgo, publicado en Nature, estuvo embargado hasta las siete de la tarde de ayer en España. La primicia de la NASA ha dado la vuelta al mundo: un equipo de astrónomos ha detectado un sistema solar formado por siete planetas de tamaño similar al de la Tierra, que orbitan una sola estrella, y tres de ellos están firmemente ubicados en la zona de habitabilidad, una región alrededor de la estrella en la que un planeta rocoso podría tener agua en estado líquido y, por tanto, podría albergar vida. "Cualquiera de estos siete planetas podría tener agua líquida, que es la clave de la vida en nuestro mundo, bajo las condiciones atmosféricas adecuadas, pero son mayores las probabilidades en los tres que están en la zona habitable", declara la NASA en un comunicado.
Este sorprendente sistema solar está gobernado por TRAPPIST-1, una estrella enana ultrafría, que recibe este nombre porque sólo tiene el 8% de la masa del Sol y, en comparación, es algo más grande que el planeta Júpiter. Sin embargo no hay que imaginársela como una estrella pálida y fría: es más roja que el Sol y, aunque obviamente no brilla con la misma fuerza, los planetas más interiores o más cercanos a ella (b, c y d) probablemente sean demasiado calientes para albergar agua líquida. Los siguientes tres planetas (e, f y g) orbitan en la zona habitable de la estrella y "podrían albergar océanos de agua en sus superficies", según un comunicado del Observatorio Europeo Austral (ESO). En cambio, el planeta exterior (h) "no se ha confirmado, aunque es probable que sea demasiado distante y frío para albergar agua líquida". La NASA ha descrito a este último planeta como "un mundo helado, una especie de bola de nieve". Las órbitas de los planetas son tan cercanas que un observador sobre la superficie de uno de estos mundos podría contemplar el firmamento y ver las características geológicas o las nubes de los mundos vecinos, más grandes que cuando vemos la Luna desde la Tierra. Otra curiosidad: los planetas podrían estar acoplados por la fuerza de marea, por lo que siempre muestran la misma cara a la estrella anfitriona y eso significa que en un lado del planeta hay un día perpetuo y en el otro una noche perpetua.
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Dos cuestiones importantes: dónde se encuentra el sistema exoplanetario TRAPPIST-1 y qué posibilidades tenemos de explorarlo. En mayo de 2016 se anunció el descubrimiento de tres planetas de este sistema, desde el Observatorio de La Silla en Chile, y posteriormente se confirmó la existencia de dos de ellos y se descubrieron cinco planetas adicionales con la ayuda del telescopio espacial Spitzer de la NASA, que mantiene una órbita heliocéntrica similar a la de la Tierra, con el Very Large Telescope de la ESO y con otros telescopios del mundo. El sistema planetario se encuentra en la constelación Acuario y a casi cuarenta años luz de la Tierra, "relativamente cerca de nosotros", según la NASA y la ESO. Por ejemplo, la luz tardaría unos tres minutos en viajar desde la Tierra a Marte, o viceversa, durante el acercamiento máximo entre ambos planetas. Y unos veinte minutos durante el alejamiento máximo entre ambos planetas. Un solo año luz equivale a casi diez billones de kilómetros (9.460.000.000.000) y, por tanto, TRAPPIST-1 se encuentra a una distancia insalvable con la tecnología actual. Sin embargo, el telescopio espacial James Webb, cuyo lanzamiento está previsto para octubre de 2018, tendrá una mayor sensibilidad y "será capaz de detectar las huellas químicas que dejan el agua, el metano, el oxígeno, el ozono y otros componentes de la atmósfera de un planeta, además de analizar las temperaturas y presiones superficiales de los planetas, que son factores clave para evaluar su habitabilidad", asevera la NASA.