EL CALENDARIO REVOLUCIONARIO.
El cambio de calendario en el proceso revolucionario francés fue un acto más de ruptura con todo aquellos que oliera al Antiguo Régimen y así mismo, a la religión católica. El nuevo calendario, comenzaba el 1 de Vendimiario, el 22 de septiembre de 1792, llegando el año 1 hasta el 21 de septiembre de 1793. Se abandonaba así el calendario gregoriano, calendario solar, por uno basado en el cálculo decimal. El año estaba formado por 12 meses de 30 días compuestos por tres semanas, que ya no se llamaban semanas, sino décadas, de 10 días. Cada uno de los diez días de las décadas se llaman primidi, duodi, tridi, quartidi, quintidi, sextidi, septidi, octidi, nonidi, décadi. Al final del año se sumaban 5 días complementarios, 6 en años bisiestos, y eran días de fiestas. Las festividades religiosas fueron borradas del calendario. En lugar de asociarse un santo a cada día, se asociaban con una planta, mineral, animal (los días terminados en 5) o una herramienta (los días terminados en 0). Al ser una semana de 10 días, solo había uno de descanso.
Los doce meses recibían nombres relacionados con la estación del año, encargándole al poeta Philippe-François-Nazaire Fabre (Fabre d’Églantine) la elección de dichos nombres. (Poeta que acabó guillotinado). Para que los franceses pudieran aclararse, se pusieron de moda los relojes de doble esfera, una para la nueva hora y otra para la antigua.
El día se dividía en 10 horas, y las horas en décimos. Una hora de la nueva división equivalía a dos horas y 24 minutos de la hora antigua.
El calendario fue de aplicación civil en Francia y sus colonias hasta que Napoleón abolió su uso oficial el 1 de enero de 1806. Este calendario se volvió a implantar brevemente tras el derrocamiento de Napoleón en 1814, y fue usado también por la efímera Comuna de Paris de 1871.